lunes, 14 de julio de 2008

¡Impacto! (por Paco Bellido)

Hace justamente un siglo, el 30 de junio de 1908, una bola de fuego inundó el cielo siberiano, un bólido rocoso de entre 40 y 60 metros de diámetro provocó una tremenda explosión detectada por numerosas estaciones sismográficas y hasta por una estación barográfica en Reino Unido. El impacto incendió y derribó árboles en un área de 2.150 km². Se ha especulado mucho sobre el suceso de Tunguska ya que hasta el momento no se han encontrado restos del asteroide o meteoroide original. Conviene distinguir entre meteoroide y meteorito, se llama meteorito al fragmento de meteoroide que sobrevive a su paso por la atmósfera terrestre, mientras el objeto se encuentra en el espacio se denomina meteoroide.
No era la primera vez que un asteroide llegaba a la Tierra, en el
Kalevala, un poema épico que recoge las tradiciones finlandesas se cuenta la narración de la tumba del Sol, que alude a la caída de un meteoroide en la isla estona de Saaremaa. El impacto, ocurrido hace unos 4.000 años, originó el lago de Kaali, uno de los cráteres de origen meteorítico mejor conservados de Europa. En este cráter se han hallado unos 30 fragmentos de meteoritos, el mayor de ellos de unos 28 gramos.
Se estima que se produce la caída de un asteroide de más de 50 metros de diámetro cada cien años en promedio, lo que puede producir una gran devastación local y tsunamis. Cada varios cientos de miles de años, pueden alcanzar la superficie terrestre asteroides de más de un kilómetro que provocan catástrofes globales. El peligro de impacto se clasifica según la escala de Turín.
En la red existen
algunas herramientas para calcular los efectos del impacto de un objeto celeste, una de las más interesantes es Impact Calculator, que tras introducir el diámetro y naturaleza del objeto, el ángulo de incidencia y la velocidad nos permite ver sobre un mapa el tamaño del cráter y compararlo con la altura de la torre Eiffel o del Empire State.
Hay varios proyectos científicos dedicados a la búsqueda y clasificación de asteroides potencialmente peligrosos, el programa Spaceguard Survey de la
NASA. Por ahora podemos estar tranquilos, no nos amenaza ningún asteroide. Pero como demuestra la geología esta situación puede cambiar en cualquier momento.